domingo, 31 de diciembre de 2017

No te avergüences de ser hombre



Último día del año.

No te avergüences de ser hombre. Es necesario mantener enteros los sueños y el pan.

Un año que acaba en domingo, como un inocente fin de semana, un alba sin tareas y un plenilunio procaz que te sugiere luz igual que un talismán lleno de esperanzas.

Si te asalta un rumor, si cada rosa es un desierto y el presente es pasado, deja que el agua corra mansa y hagamos una isla en la memoria.

Detener el naufragio y romper una lanza a tu favor es celebrar la vida. Incluso las quimeras son sortijas esperando a tus dedos.

Ahóndate en los cantos de la tarde, en las mezclas de té con que te aromas, aspira la hierba y su fragancia, aplaude tus aciertos, tus errores y date una oportunidad al día. Cada huella dejada en esta arena son segundos de historia repetida.

Sigue bajándome la niebla, como antaño, ha tapado a los pájaros y al sol. La arena permanece impasible delante de mis ojos y efímera en sus granos, siempre arena, siempre inconstante.

Como en un vasto espejo, me observo en los versos de Tomas Tranströmer: ¡No te avergüences de ser hombre, sé altivo! / Dentro de ti se abre, interminablemente, bóveda tras bóveda. / Nunca estarás completo, y así ha de ser.

Feliz 2018

martes, 26 de diciembre de 2017

Pobreza y exclusión social en Cartagena de Indias Colombia
Por: DORA ISABEL BERDUGO IRIARTE

Para comenzar, diremos que existen tantas definiciones de pobreza como perspectivas usadas, para su análisis. Según el diccionario electrónico de Acción humanitaria y cooperación al desarrollo (2006), la pobreza se puede definir como la “Situación de una persona cuyo grado de privación se halla por debajo del nivel que una determinada sociedad considera mínimo para mantener la dignidad”. (p.172).
De igual modo, definiremos la exclusión social como: “un proceso, multidimensional, que alcanza niveles globales, que refleja la fractura de las sociedades avanzadas y que afecta a un grupo de humanos frente a otro que goza de todos los privilegios…, ante la indiferencia, la impotencia o la falta de control por parte de los gobiernos”. (Berdugo, 2015, pp. 12)
De otra parte, Colombia es un país que presenta una situación heterogénea de exclusión social a nivel nacional. Es decir, que la exclusión es una constante en todo el territorio, pero en cada región y en los niveles locales, se vive de manera diferente de acuerdo con el grado de compromiso e inversión de las autoridades administrativas de estos entes territoriales en el gasto social.

Cabe anotar, que la inclusión social en Colombia, se ha convertido en plataforma de campañas políticas: como la del actual presidente de la república, Juan Manuel Santos Calderón quien usó como propuesta de campaña, para su primer mandato la democratización de las riquezas y la inclusión social de todos a los servicios del Estado Social. Así mismo, trabajar por la inclusión es el negocio de algunas organizaciones que dicen trabajar en pro del desarrollo social y su finalidad es estrictamente el lucro, por lo cual su acción no apunta a la integración de las comunidades en riesgo, sino a la obtención de recursos, para sostener su propia burocracia o desviar dineros públicos y privados encaminados a beneficiar a un sector que no se encuentra realmente en desventaja y que vive del negocio de los pobres.
En estas circunstancias, el tema de la exclusión social se vuelve cada vez más complejo, ya que las causas van más allá de lo económico y social, porque trascienden a lo político y desde esta instancia se crean directrices, para mantener una cuota de excluidos que garanticen el sostenimiento de unos gobernantes que ofrecen soluciones en campaña, para no cumplirlas durante sus mandatos. De ahí, que la pobreza en lugares como Cartagena de Indias está en gran manera determinada por los gobernantes y sus políticas públicas de exclusión, marginación y miserablismo.
La ciudad de Cartagena de Indias, se encuentra, enclavada en el Mar caribe y ubicada en el departamento de Bolívar en la costa norte de Colombia, al noroccidente de sur américa, en el paralelo 8. Está conformada por un conjunto de pequeñas islas comunicadas por puentes y atravesada por canales cenagosos. Es lugar propicio, para el turismo interesado en sol y playa. Pero a quien le interesa la historia y la cultura, le oferta su arquitectura colonial y republicana conservada. Sobresalen edificaciones como: las murallas, los fuertes, los templos, plazas, playas, casonas y villas, por lo cual, en 1984, la UNESCO le dio el reconocimiento, como patrimonio histórico y cultural al cetro de la ciudad. Por su posición geográfica estratégica frente al mar Cartagena de indias, en tiempos de la colonia española funcionó como puerto negrero, hoy día sin la esclavización sigue conservando esa vocación de puerto comercial.
Sus pobladores prehispánicos eran indígenas de la familia Caribe, pertenecientes a  las tribus Kalamary, Cospique y Yurbacos  quienes fueron prácticamente exterminados  a causa de la colonización, gracias a las labores de minería y a su poca resistencia física para trabajo pesado, entonces  los colonos comenzaron un proceso de exportación de mano de obra esclavizada africana, quienes no solo apoyaron la gesta libertadora, sino que luego de la liberación, quedaron siendo un grupo mayoritario, pero excluido, marginado y vulnerable, tal como quedó el reducto de indígenas que sobrevivieron en Colombia a la colonia.
Cabe aclarar que, indígena “se trata de una categoría social y como toda categoría social es también una categoría histórica que entraña diversidad cultural, por lo tanto, no podemos englobarlos en una sola, ni se lo puede definir sin tener en cuenta el proceso de etnocidio y aculturación que sufrieron las diferentes etnias en el tiempo de la colonización”. (Muñoz, 1999; p.195).
Así mismo, es una categoría supraétnica que no denota el contenido específico de los grupos que abarca, sino una particular relación entre ellos y el sistema social del que los indios forman parte, la categoría de indio denota la condición de colonizado y hace referencia a la relación colonial”. (Muñoz, 1999; p. 195). Relación colonial que en muchos casos no desapareció, sino que cambió de colonos, porque dentro del territorio nacional existen grupos humanos dados a la explotación, la invasión y el menosprecio de los significados indígenas, que no tienen el menor reparo en expropiarlos, someterlos y aniquilarlos si es el caso, para quitarles lo que les pertenece, por el derecho anterior.                                                                 
En esas circunstancias el porcentaje de la población, más pobre, en situación de vulnerabilidad, marginalidad y exclusión en la ciudad de Cartagena de Indias, es en mayor número afrodescendientes, indígenas, zambos (hijos de indios y negros), mulatos y solo en menor grado, mestizos y blancos desplazados por la violencia, política de 1948, y las demás olas de violencia generadas por las guerrillas, los paramilitares, el Estado, la delincuencia común y el narcotráfico.
Ahora bien, en este contexto tal parece que en la ciudad de Cartagena de Indias, existiera una predeterminación, por parte de las dinámicas sociales que se han dado a lo largo de la historia después de la colonización, para que las etnias no blancas, siempre se encontraran en situación de vulnerabilidad, exclusión y marginalidad, porque a pesar de ser cabecera municipal y capital de departamento y contar con uno de los presupuestos más altos de la nación, no existen planes de contingencia capaces de darle acogida de manera eficiente al desplazado que llega, sino que por el contrario se le ofrece un espacio al margen de los beneficios del Estado y se le prohíbe aparecer cuando existe un evento de talla internacional, para que no se evidencie la miseria en que vive la mayoría de los pobladores de la ciudad.

Una respuesta evidente a este hecho sería que se ha construido sociedad a partir de las lógicas excluyentes heredadas de la colonización y que aún persiste el modelo feudal y la perpetuación transformada del imaginario de la esclavitud. Pero es curioso, porque Cartagena de Indias es reconocida como una ciudad libertaria, que debe su independencia a los afrodescendientes y mulatos que participaron en la campaña libertadora, ella fue el mayor puerto negrero de la colonia y en la actualidad la mayoría de su población es afrodescendiente, con un 74%. (Estadísticas de la Población Afrocolombiana, 2006).


Cabe resaltar, qué en Cartagena de Indias, de lo indígena prehispánico queda poco o nada, y lo blanco culturalmente está muy mezclado con lo afro y con las demás culturas extranjeras que han llegado a la ciudad. Pero aquí: lo afro, lo indio y lo blanco, sigue siendo solo una cuestión de tonalidad de piel y de reclamación de beneficios, por ese hecho. Dicho de otra forma, en Cartagena: lo blanco, lo negro y lo indio lo define únicamente la apariencia física.


De otra parte, la discriminación, es una conducta inaceptable, que en Cartagena de Indias se da en todos los frentes, tanto el afro discrimina, como lo hace el blanco o el indígena. Por eso, el reconocimiento de las identidades locales ha polarizado, el debate entre los grupos étnicos, que antes de trabajar por un proyecto social integracionista, ya que todas cuentan con un pasado común colonial y comparten un futuro incierto, pero con la necesidad de desarrollo conjunto, afianzarse en los rencores heredados del autodesprecio predeterminado desde la colonia, hace perder de vista que como nación se es potencialmente: excluido, marginado y pobre.
En esas circunstancias, desde una directriz internacional todos los colombianos, están predeterminados a la pobreza, son vulnerables y marginados.  Situación que se acrecienta en espacios locales como el de Cartagena de indias, donde el mayor número de personas en situación de pobreza extrema, son afrodescendientes locales, migrantes campesinos, indígenas o desplazados,  que debido a las lógicas dominantes, tienen pocas opciones de mejorar su condición, en la medida, que las oportunidades son pocas o casi nulas,  para sobresalir y aunque el Estado dice hacer esfuerzos, para mejorarles la vida, socorriendo con subsidios como el de familias en acción y abriendo escuelas, que sostiene por algún tiempo, para luego cerrarlas por falta de presupuesto, nunca se interviene en esas sociedades de manera eficiente, para romper con esas cadenas de autoexclusión, impuestas por una cultura del “autodesprecio”,  que le niega al ciudadano la posibilidad de creer en el poder de cambio, que genera la autoinclusión social, en tanto que los gobiernos perpetúan como política pública el miserablismo para afianzarse en el poder.

Bibliografía
Alexander, J. (2000). Sociología Cultural. Formas de clasificación en las sociedades complejas. Barcelona –España. Átropos
Banco Inter Americano de Desarrollo. (2003). Exclusión social: causas y remedios.  Descargado de: http://www.iadb.org/es/noticias/articulos/2003-05-29/exclusion-social-causas-y-remedios,2004.html.
Berdugo, D. (2015). De la exclusión a la autoinclusión social. El caso de Josefa Morelos. (Inédito). La Rioja- España. TFM, UNIR.
Muñoz; J.  (1999). Antropología Cultural Colombiana. Bogotá. Arfo Editores. Bogotá.
Patiño, Carlos A. (2001). Las Identidades como reacción ante lo global regionalizado. Bogotá. Publicaciones Universidad Nacional de Colombia.
Pérez, G. Salazar, I. (2007). La pobreza en Cartagena: Un análisis por barrios. Descargado de: http://www.banrep.gov.co/publicaciones/pub_ec_reg4.htm.
Walk free. (2014). Aprende más sobre esclavitud moderna. Descargado de: https://www.walkfree.org/es/aprende-mas-sobre-la-esclavitud-moderna/
Zubieta, A. (2000) Cultura popular y cultura de masas. Concepto recorrido y polémicas. Editorial Paidos


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jueves, 21 de diciembre de 2017

Reseña de Andrés Rubia a “Un humano cualquiera” y “La insaciable verdad de la verdad“ de Alonso de Molina




Reseñas de Andrés Rubia Pedreño

Un humano cualquiera” 
La insaciable verdad de la verdad

 del autor Alonso de Molina.


El poeta puede parir lo que quiera, hasta incluso mundos de dos en dos.

Parir después de los 50. Esto es lo que ha hecho Alonso de Molina. Y lo ha hecho como si la poesía, dando un puñetazo en la mesa de su escritorio, insumisa, amnistiada y convincente, le hubiera exigido luz para iluminar la belleza de lo más nimio en dos libros individuales. Alonso de Molina no podía estar siempre publicando en colectivo. Ya tocaba.

Dice Pérez Reverte que al escritor no hay que conocerle en persona. Y estoy de acuerdo excepto en algunos casos.
Para comprender un poco mejor la poesía de Alonso de Molina es necesario ser invitado al acogedor jardín de su hogar. Yo he tenido ese honor y, por tanto, sentado allí, bajo un cielo estrellado, serenado por una temperatura otoñal confortable, mientras respiraba las exhalaciones de sus plantas y flores, he entendido a este poeta que me trata.

Aviso para navegantes o también naufragados que quieran subirse a proa: “Un humano cualquiera” y “La insaciable verdad de la verdad” son los dos títulos a leer como una oportunidad. Dos libros de poesía recomendada para alterarse al revés mientras el tiempo y la vida arguyen diagnósticos frenéticos, provocándonos alzhéimer en las emociones por una imprescindible cuestión de supervivencia y aversión al dolor.

La cadencia de sus versos es más existencialista que insurrecta, más minimalista que biodegradable, más espiritual que trasgresora y, más musculosa que rigurosa. La música de sus poemas está compuesta con libertad métrica, pero biensonante, envolvente, acogedora. Si uno de estos libros cae en manos de alguien encolerizado, a buen seguro, si abre alguno de ellos por cualquier página, mirará en derredor, buscará un asiento y, leyendo, comenzará a respirar pausado mientras su pulso se normaliza. No hay mejor locura que la poesía para curar lo que la razón considera incurable.

En “Un humano cualquiera” el yo autor, el hombre y el poeta están interrelacionados hasta el punto de aparecer fusionados en el paisaje, eso sí, en un paisaje espectador a la vez muy adentro del humano que se mira a sí mismo porque todo ese paisaje habita en él.

En “La insaciable verdad de la verdad”, su segundo publicado, existe una marcada influencia japonesa en su metáfora, de hecho, Murakami es mencionado. Por otro lado, el mantra rezumado desde sus estrofas – las palabras no son nada sin su conjunto- cumplen sobradamente con la misión primordial de un poema: liberar al individuo de sus células hasta hacerlo consciente de su vital esencia.

Son dos libros que incitan a quedarse vivo. Dos poemarios para chequear nuestra capacidad sensorial de agua y crepitante fuego, de peces y desnudadas nubes, de memoria aterciopelada y relojes de arena perfumada, de más relojes de bolsillo con sólo una manecilla apuntando hacia la luna, como si fueran brújulas fanáticas.

El impacto en el lector es lo que percibe su conciencia. Y eso es imprescindible en poesía: Llegar y remover interiorismos emocionales, despeinar y ordenar ideas hasta sacarnos a otra dimensión estremecedora desde una ventana enmarcada con versos.

Por último, únicamente me queda opinar–con la honestidad y el permiso crítico que me doy como escritor, poeta, cantautor y en definitiva artista literario (pues así me etiqueto por aquello de también insertar literatura en otras artes plásticas)- sobre la morfología de estos dos poemarios más que recomendables: Reconozco que las portadas eran mejorables, así como el formato libro, pues pienso que su contenido merece algo más de dimensión frente al formato de bolsillo pretendido. Por el contrario, el tipo de letra, calibri y arial 12 en respectivos poemarios, me parecen un acierto por su confortable legibilidad. La nitidez y blancura de la hoja son loables sobre todo para esos lectores “tikis mikis”( minuciosos) como yo. En lo que se refiere a las citas introductorias de otros poetas, escritores e ilustres pensadores, yo particularmente las hubiera obviado en varios de sus poesías. No estoy diciendo que no sean oportunas o ni tan siquiera inductivas, pero no soy partidario de condicionar al lector cuando lo que va a encontrarse a continuación es algo tan libre y megalírico como es la poesía de Alonso de Molina, a la que nunca le falta una fascinadora marca de autor. Su poesía es emancipada hasta comprometerse en la sensorialidad que ordena la naturaleza comunicada con la energía del universo.

Este poeta no deja inutilizados a ninguno de los cinco sentidos en sus versos y, además, en invierno, este poeta autor que nos atañe, se baña desnudo en el mar cuando apenas hay gente. Este poeta autor, ama el yoga. Es un secreto que comparto. Espero que no se moleste por esto último.

En definitiva y concluyendo, que nadie se espere un vanguardismo poético revelador o flagrante. Sería un desperdicio. Si por algo se caracterizan estos poemarios es por su densidad y cristalina fluidez plausible. No es fácil hacer llegar belleza de propiedad universal con palabras.

Supongo que otros lo harán, pero reconozco no haber encontrado en su estilo parecido razonable alguno con algún otro poeta clásico. Poesía del siglo XXI. Creo que le compro ese enunciado.

Tengo estos dos poemarios indie en mi mesita de noche –por cierto, atiborrada de libros-, pero no descarto volverlos a releer en aquel momento en que necesite una huida hacia dentro… placentera… por supuesto. Les encontraré un espacio permanente y cercana en mi mesita de noche atiborrada … ya saben…

-
RESEÑA de “Un humano cualquiera” y “La insaciable verdad de la verdad” del poeta Alonso de Molina por Andrés Rubia. (artista literario).






Gracias por leer y dejar un comentario en mis libros. Amazon y Google Play Libros

 


Reseña de Andrés Rubia a “Un humano cualquiera” y “La insaciable verdad de la verdad“ de Alonso de Molina

Reseñas de Andrés Rubia Pedreño

Un humano cualquiera” 
La insaciable verdad de la verdad

 del autor Alonso de Molina.


El poeta puede parir lo que quiera, hasta incluso mundos de dos en dos.

Parir después de los 50. Esto es lo que ha hecho Alonso de Molina. Y lo ha hecho como si la poesía, dando un puñetazo en la mesa de su escritorio, insumisa, amnistiada y convincente, le hubiera exigido luz para iluminar la belleza de lo más nimio en dos libros individuales. Alonso de Molina no podía estar siempre publicando en colectivo. Ya tocaba.

Dice Pérez Reverte que al escritor no hay que conocerle en persona. Y estoy de acuerdo excepto en algunos casos.
Para comprender un poco mejor la poesía de Alonso de Molina es necesario ser invitado al acogedor jardín de su hogar. Yo he tenido ese honor y, por tanto, sentado allí, bajo un cielo estrellado, serenado por una temperatura otoñal confortable, mientras respiraba las exhalaciones de sus plantas y flores, he entendido a este poeta que me trata.

Aviso para navegantes o también naufragados que quieran subirse a proa: “Un humano cualquiera” y “La insaciable verdad de la verdad” son los dos títulos a leer como una oportunidad. Dos libros de poesía recomendada para alterarse al revés mientras el tiempo y la vida arguyen diagnósticos frenéticos, provocándonos alzhéimer en las emociones por una imprescindible cuestión de supervivencia y aversión al dolor.

La cadencia de sus versos es más existencialista que insurrecta, más minimalista que biodegradable, más espiritual que trasgresora y, más musculosa que rigurosa. La música de sus poemas está compuesta con libertad métrica, pero biensonante, envolvente, acogedora. Si uno de estos libros cae en manos de alguien encolerizado, a buen seguro, si abre alguno de ellos por cualquier página, mirará en derredor, buscará un asiento y, leyendo, comenzará a respirar pausado mientras su pulso se normaliza. No hay mejor locura que la poesía para curar lo que la razón considera incurable.

En “Un humano cualquiera” el yo autor, el hombre y el poeta están interrelacionados hasta el punto de aparecer fusionados en el paisaje, eso sí, en un paisaje espectador a la vez muy adentro del humano que se mira a sí mismo porque todo ese paisaje habita en él.

En “La insaciable verdad de la verdad”, su segundo publicado, existe una marcada influencia japonesa en su metáfora, de hecho, Murakami es mencionado. Por otro lado, el mantra rezumado desde sus estrofas – las palabras no son nada sin su conjunto- cumplen sobradamente con la misión primordial de un poema: liberar al individuo de sus células hasta hacerlo consciente de su vital esencia.

Son dos libros que incitan a quedarse vivo. Dos poemarios para chequear nuestra capacidad sensorial de agua y crepitante fuego, de peces y desnudadas nubes, de memoria aterciopelada y relojes de arena perfumada, de más relojes de bolsillo con sólo una manecilla apuntando hacia la luna, como si fueran brújulas fanáticas.

El impacto en el lector es lo que percibe su conciencia. Y eso es imprescindible en poesía: Llegar y remover interiorismos emocionales, despeinar y ordenar ideas hasta sacarnos a otra dimensión estremecedora desde una ventana enmarcada con versos.

Por último, únicamente me queda opinar–con la honestidad y el permiso crítico que me doy como escritor, poeta, cantautor y en definitiva artista literario (pues así me etiqueto por aquello de también insertar literatura en otras artes plásticas)- sobre la morfología de estos dos poemarios más que recomendables: Reconozco que las portadas eran mejorables, así como el formato libro, pues pienso que su contenido merece algo más de dimensión frente al formato de bolsillo pretendido. Por el contrario, el tipo de letra, calibri y arial 12 en respectivos poemarios, me parecen un acierto por su confortable legibilidad. La nitidez y blancura de la hoja son loables sobre todo para esos lectores “tikis mikis”( minuciosos) como yo. En lo que se refiere a las citas introductorias de otros poetas, escritores e ilustres pensadores, yo particularmente las hubiera obviado en varios de sus poesías. No estoy diciendo que no sean oportunas o ni tan siquiera inductivas, pero no soy partidario de condicionar al lector cuando lo que va a encontrarse a continuación es algo tan libre y megalírico como es la poesía de Alonso de Molina, a la que nunca le falta una fascinadora marca de autor. Su poesía es emancipada hasta comprometerse en la sensorialidad que ordena la naturaleza comunicada con la energía del universo.

Este poeta no deja inutilizados a ninguno de los cinco sentidos en sus versos y, además, en invierno, este poeta autor que nos atañe, se baña desnudo en el mar cuando apenas hay gente. Este poeta autor, ama el yoga. Es un secreto que comparto. Espero que no se moleste por esto último.

En definitiva y concluyendo, que nadie se espere un vanguardismo poético revelador o flagrante. Sería un desperdicio. Si por algo se caracterizan estos poemarios es por su densidad y cristalina fluidez plausible. No es fácil hacer llegar belleza de propiedad universal con palabras.

Supongo que otros lo harán, pero reconozco no haber encontrado en su estilo parecido razonable alguno con algún otro poeta clásico. Poesía del siglo XXI. Creo que le compro ese enunciado.

Tengo estos dos poemarios indie en mi mesita de noche –por cierto, atiborrada de libros-, pero no descarto volverlos a releer en aquel momento en que necesite una huida hacia dentro… placentera… por supuesto. Les encontraré un espacio permanente y cercana en mi mesita de noche atiborrada … ya saben…

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RESEÑA de “Un humano cualquiera” y “La insaciable verdad de la verdad” del poeta Alonso de Molina por Andrés Rubia. (artista literario).





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miércoles, 20 de diciembre de 2017

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