lunes, 23 de noviembre de 2015

Caminando en un charco de alcohol se buscaba los índices



La noche empezó al apagar la luz.
Enfrentado a su rostro
desligaba ternuras hurgándose los pies;
desde los dedos, hasta la curva de cada talón
sumaba soledades
recitando monólogos de una vieja gramática.

Tan solo, tan vacío, fulminado en su canto,
desentrañaba afectos
mientras se rasuraba los escombros y el alma.

Me angosta y me gotea tanta inercia y sudor.
Nada me dice la sangre aturdida
del ajedrez de tu mirada
o la voz de un cuchillo que yace punta en alto
persiguiendo morir de un sueño
en vez de anidarse
con la encendida rosa del sol;

podría dejar el corazón y la hiel
a cambio de un hechizo que transformara en sal
todas las grietas de la tierra
y regresara a casa la luz de la mañana.

Con tan rajados hilos,
y ni una sola mano
señalando su carne helada,
posó sus hombros en la noche cóncava,
tan hundido en sus lágrimas
como un borracho
caminando en un charco de alcohol
buscándose los índices;

con la boca instalada en el whisky
y su pelo de lenguas
                                   trazó silencios para la huida.


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Historias de cualquier otoño
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Adicto a Lyric Storm
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©Alonso de Molina
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"siete mil veces he muerto
y estoy risueño como en el primer día"
J. Sabines