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viernes, 2 de septiembre de 2022

Somos yoga buscando ser perfectos. La dueña de aquel diciembre. Quizá nos quede aún tocar el corazón. Poesía. Poetas de Hoy



Mientras ella habla y habla, yo le miro las nalgas, las entrañas, su canesú azul, su pecho escarlata, las uñas de sus pies; miro sus rojos, los cauces de sus ingles, su vello oscuro, sus montes, su risa; sus dientes, su mandíbula, sus impares espacios. Amo todo el oxígeno del centro de su ombligo; nada es tan salvaje como su culto y dádiva; nada abre la risa, como las múltiples enseñas de su orgasmo, esa hermosa agonía del relámpago y la muerte. Teniéndola a mi lado yo la amo. Amo su erótico dibujo, sus incendiados huecos, sus aunadas urgencias; amo su espalda, amo sus vértebras bordadas, la piel que la disfraza, su despertar calmoso; amo la noche y sus silencios, su paz, su luz, su danza y sus prudencias; amo sus compulsivos signos, el escorpión que la alimenta, y amo esta noche rica en minerales, pero sigo esperando a los planetas por si cambian las formas de la luna;

quizá nos quede aún tocar el corazón.
Somos yoga buscando ser perfectos.


II

Sentía el hambre, la indecisa línea
del esfuerzo espacial entre mi cuerpo
y el suelo que temblaba como un beso
adolescente huyendo al infinito.

Más allá del latido de una boca
que entrega sus excesos al sudor
viaja el cuerpo cargado de recelos
y un hombre sin espejo besa el agua
pretendiendo ser fuente que le llene
los párpados de pétalos, abriendo
la raíz de un nirvana que vuela
al encuentro de un niño con la cara
incendiada chillándole a sus dudas.

Somos yoga, ya digo, buscando ser perfectos.

Namaste 

 

Fragmento del prólogo

En el poema Somos yoga buscando ser perfectos, se percibe la confrontación entre la idealización y la cotidianidad que pareciera acallar la magia de los cuerpos cimbrando entre los brazos. Más allá del amor, de la sensualidad de “sus vértebras bordadas, la piel que la disfraza, su despertar calmoso; amo la noche y sus silencios, su paz, su luz, su danza y sus prudencias; amo sus compulsivos signos, el escorpión que la alimenta, y amo esta noche rica en minerales” …  Se sigue esperando a los planetas “por si cambian las formas de la luna”, metáfora de sensaciones más extraordinarias que las del amor cotidiano. “Quizá nos quede aún tocar el corazón”.

María Luisa Lázzaro (Mérida (Venezuela) 
Escritora. Profesora. Poeta.
 



disponible libro en papel y digital
https://www.amazon.es/dp/B0857CFLV8



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jueves, 16 de septiembre de 2021

Donde tú vayas será también tu patria. Del poemario La Posesión del Ágata. Alonso de Molina



En señal de respeto mejor estar callado. 


Pero el estar callado no me impide pensar, que suele ser peor que hablar. Tendría que sustituir la lógica por las sensaciones, dejar las referencias a un lado y desnudar, de una vez por todas, el cuerpo y el alma de razones. No justifiques nada y cumple tus deseos porque es la pura esencia de quien eres, la única metafísica en la que creo:

ser uno mismo y entregar el oro que llevas dentro a la raíz del arte cuya obra mayor eres tú –con tus verrugas y arrugas del corazón y el alma–.

Y eso hacían los viejos del lugar. Eran Ágata puro en su esplendor más puro, creciéndose hacia el cielo desde el mar.

Yo mismo vi crecer la mar a la par que crecían también mis sueños:

sentado en arrecifes contemplaba hipnótico los círculos del agua formando ondas que se alejaban en todas direcciones. Ansiosos nos mirábamos tasando nuestros dones.

Inmerso en turbulencias el mar crecía en sus voces que menguaban al llegar al rompiente con un lastimero estertor de herido, mientras yo pretendía la espada, la odisea; quería proteger mi reino de vientos y mareas, del estrépito despecho de otros dioses menores, de sus ásperos dardos directos al cerebro.

Y el mar, burlonamente, me revolcaba en sus arenas; y de rabia, a menudo, morbosamente me sangraba el desánimo.

El mar y mi rostro tenían la virtud de mirarse de frente y decirse las cosas con palabras directas. 

Yo, atado a la tierra como un olivo, pretendía el mar. El mar por momentos venía y me arrancaba el olivo y alguna flor; en respuesta era yo que juntaba las manos para adentrarme en él a ofrecerle más tierra y más olivos. Ese era el don que nos unía. Ese es el único misterio: la entrega y el afán de crear y crearnos, y volar como pájaros.

Todos los misterios caben en un soplo. No existiría el camino si no lo transitaras, hay un hilo invisible que trasciende lo real del tiempo y del espacio.

El subconsciente es un torbellino que parpadea en ti pretendiendo la virtud de tus sueños, pero no ordena a tus sueños que asuman la noche o la tarde o alguna virtud que puedas alcanzar sentado sin un pájaro ansioso que te haga ir al camino. 

Pero, sobre todo, que te haga comprender que tu camino va más allá de tus ojos.

Tu camino está allá donde tú vayas y esa será también tu patria. 


La Posesión del Ágata (disponible en tapa blanda y digital)

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Análisis: Javier Amable

El presente poema "Donde tú vayas será también tu patria", del poeta español Alonso de Molina, es una reflexión sobre la vida y la identidad personal. El poema comienza con una afirmación sobre la importancia del respeto y la reflexión antes de hablar. El poeta sugiere que la reflexión es más importante que las palabras que puedan ser pronunciadas.

El poema también explora la idea de ser uno mismo y vivir sin justificaciones y anima al lector a despojarse de las referencias externas y a entregarse a su verdadera esencia. Este "oro interior" es la raíz del arte, y el poeta sugiere que el acto de crear es la mayor obra de arte en la que uno puede participar.

El poema se mueve a continuación hacia la imagen del mar, que es una constante en la obra de Alonso de Molina. El poema describe el mar creciente, y cómo el poeta lo observa y sueña con él. El mar es un elemento poderoso y tumultuoso, que representa los desafíos que uno enfrenta en la vida.

El poema también sugiere que la entrega y el afán de crear son los únicos misterios importantes en la vida. Y, por otro lado, el poeta afirma que todos los misterios caben en un soplo, y que el camino de uno sólo existe si se avanza en él y, por otro lado, sugiere que el camino de uno no se limita a lo que se ve, sino que está más allá de los ojos, y que la verdadera patria de uno está allá donde uno va.

En general es un poema introspectivo, en la más pura línea de Molina,  que explora la identidad personal y la idea de ser uno mismo. A través de la metáfora del mar, el poeta sugiere que la vida es un desafío, pero que la entrega y la creatividad son los únicos misterios importantes, y desde estos versos, se anima al lector a ser auténtico y a encontrar su verdadera patria en cualquier lugar donde se encuentre.






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viernes, 15 de mayo de 2020

Ante qué dios me reclinaré hoy?















En frágil equilibrio me destapo
mientras espinas florecen en mis sienes
mis letras conceden a la gramática
filamentos reclinados en el olvido;

mi voz no se oye
y los tiempos
transcurren sin esperanza ni perdón.


Sumerjo mis verdades en lágrimas reprimidas.
Mis credos guardo en dolores ajenos,
a un cielo sin entrada elevo mis plegarias;
construyo mi indolencia sobre cultos imposibles.

Así pues
Ante qué dios me reclinaré hoy?




Reseña: Javier Amable

El poema "Ante qué dios me reclinaré hoy", del poeta español, Alonso de Molina, presenta una visión introspectiva y reflexiva sobre la vida y la religión. El hablante lírico parece sentirse desorientado y desamparado en su búsqueda de la verdad y la fe. Las "espinas" que "florecen en sus sienes" pueden simbolizar los obstáculos y las dificultades que encuentra en su camino.

El uso de la metáfora de las "letras" que conceden "filamentos reclinados en el olvido" sugiere que el hablante lírico encuentra cierta comodidad y consuelo en su escritura, aunque a menudo se sienta ignorado y olvidado.

El poema también presenta un contraste entre la falta de esperanza y la necesidad de fe y oración, ya que el hablante lírico eleva sus plegarias a un "cielo sin entrada". Finalmente, la última pregunta "Ante qué dios me reclinaré hoy?" sugiere una incertidumbre y una búsqueda constante de significado y propósito. 

 

jueves, 9 de enero de 2020

Poema para mi cumpleaños



Al poco de conocerme me reflejé en mi rostro. Quiero decir, me inventé a mi antojo. Mi mundo es un espacio cerrado en el que yo soy el dios (demiurgo menor, diría Platón) y reinvento lo creado en mi forma y medida. *

Nací en un mes de enero parecido a este donde el frío bajaba hasta el color de la esperanza, nací puro, supongo, como una almendra fresca que florece en la hierba. Después fui parte del paisaje azul donde el cielo y el mar reafirman sus colores mezclándolos con blancos y suaves calamochas. En aquel tiempo mi espalda soportaba los lunares y mis manos se asían a las tapias para trepar por ellas en busca de cualquier altura.
Pronto mi corazón empezó a sentir hambre, fui hurgando por los filos de la nada mientras el tiempo era un torrente que buscaba mis cejas, y brillaban mis ojos mirando al infinito. Pero no supe ver entonces los cimientos del vértigo. Me crecieron cabellos y apetitos en aquella ciudad de huesos retorcidos donde yo hurgaba el corazón del hombre buscando espejos donde afianzar mi destino, pero yacían los pájaros que inclinaban su aliento confiados en el devenir de los días. Me advirtieron, de buena fe, que no me dejara crecer las alas, que los pies deben caminar en línea recta y que el ADN de mi sangre debería apoyarse en acatamiento y mansedumbre.
Transitados los años, muchos años, creí entender que podría aliviarme añorando el pasado, pero hoy sé que el hombre es carne y olvido. Que con alas de cera no se puede cruzar el fuego y que son los espejos los que deben mirar hacia adentro; por eso me consuelo al pensar que en los últimos años por todo oficio busco sentarme frente al fuego, encender unas velas y beberme la savia y la memoria y otra vez renacerme al mundo.
El fuego es un oficio honesto, una forma directa de hacerme preguntas sencillas de difícil respuesta: –estoy orgulloso de mi? –qué he aprendido en estos años? –a quien tendría que pedir perdón? –a quién tendría que perdonar yo?
Pero sigo teniendo sed. Y tengo miedo de que el cielo siga enfermo bajando sobre mí y se asfixien las fuentes de luz que pueblan mi cabeza. Ya no se oyen los ecos silbando en la montaña. Ya no se ven los claros de luna allende el horizonte. Ya no descifro más enigmas. Pues algo así como un vendedor de promesas es lo que soy. Tan solo un vendedor con la mirada puesta en las hogueras esperando un incendio antes de urdir la senda que me hará caminar desnudo entre las aguas.
Hoy que la música podría ser cantada en todos los idiomas, caigo en la cuenta de que no soy nada, de que nunca fui nada y de que mucho menos podré llegar a ser nada. En el fondo yo soy la NADA.
Entiendo que la lluvia siga cayendo indiferente sobre mi cabeza.


 *Intro a Capítulo X LHMDLL del mismo autor
.La insaciable verdad de la verdad. Fragmento.
.Imagen by Libertad G. Tocado masculino de Maria De Gador Villegas Villegas


Reseña: Javier Amable
El poema es una reflexión sobre la vida y el paso del tiempo. Se presenta como un relato introspectivo del autor sobre su propia vida y su relación con el mundo. El autor describe su nacimiento y juventud como un período de inocencia y exploración, pero más adelante reconocer que el tiempo pasa rápido y que la vida es frágil. El poeta se cuestiona sobre su propia existencia y la de los demás, buscando respuestas a través de la contemplación de su propia vida. A medida que ve pasar el tiempo, busca respuestas a preguntas profundas y se enfrenta a la idea de que su vida podría no tener un propósito o significado definido. La metáfora del fuego es utilizada para explorar estas preguntas y para encontrar consuelo en medio de la incertidumbre. Al final, el autor acepta la realidad de su existencia efímera y la aparente indiferencia del mundo hacia los demás. El poema podría ser una meditación sobre la vida y la muerte, el pasado y el presente, la esperanza y el miedo.



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viernes, 25 de septiembre de 2015

Patrones para amar



"Uno está enamorado cuando se da cuenta de que la otra persona es única". Jorge Luis Borges.


Septiembre trae el otoño y una luna encendida al centro de un hogar donde el eje del mundo gira si está el amor presente amando como un árbol mezclado con la tierra.

Toda la noche eclipsa cualquier color de mármol que nos recuerde al frío. Se adivinan luciérnagas que harán brillar tu nombre con su nombre, su nombre con el tuyo,  con todas las monedas talladas de ternura y voces polifónicas que os harán sentir la lluvia desatada en cada paso que la vida os regala. 

Tenéis llenos de aceite vuestros cántaros. Ambos estáis envueltos en manzanas. No dejéis que los días se hagan noche y que las noches pasen de largo como si fueran días.

Amar con empeño, como si un árbol lleno de fruta os mostrara su mundo interior y os invitara a pecar de una forma tan pura que daría lustre al plumaje de un pájaro que se alimenta el pico con una pulpa de flores exentas de pecado.

Amar urgiendo labios, apretando los dientes, como si un desvelado espejo rescatara los ecos de la luna y en su nombre quemarais la pólvora llenando de sortijas vuestra sangre. Amar desde el perímetro de un hueso que mirando al cielo puede sentir la cáscara y la piel de una mañana llena de aprobación.

Amar desde la horma de un zapato que camina en el mar sembrando las semillas que abrirán las puertas al prodigio que ofrece la existencia. Amar desde un invierno lleno de vértigo porque tendréis el rumbo que os hará recorrer las calles abriendo los eclipses ante los pasos vuestros.

Amar desde las nueve de la mañana en que los péndulos del tiempo abrirán vuestros ojos a lo sólido y tierno, pues justa es la medida que la  ternura obliga. Amar  desnudos o descalzos, y amar también llorando, pero con el rabillo del ojo con la esperanza virgen.

A veces el amor os  pasará de largo con los brazos caídos, acordaros entonces que el fuego deja paso a las ascuas para avivar al fuego nuevamente y ser hoguera, lumbre,  desde los pies al alma; sabed también que la ternura a veces es menos tierna y que a  veces duele el amor si falta y que la sangre a veces es un vaso lleno de frío.

Insistir ambos en apreciar la forma de un pétalo, en disfrutar de un día de viento y en abrigar la calma que otorgan los instantes cuando la dicha crece y se derrocha el polvo entre gemidos, sintiendo orgasmos con los ojos, tocando el corazón de la campana.

LA DUEÑA DE AQUEL DICIEMBRE


Reseña: J. Amable

"Toda la noche eclipsa cualquier color de mármol que nos recuerde al frío. Se adivinan luciérnagas que harán brillar tu nombre con su nombre, su nombre con el tuyo, con todas las monedas talladas de ternura y voces polifónicas que os harán sentir la lluvia desatada en cada paso que la vida os regala".

En esta breve pero intensa composición, se explora el poder del amor en su estado más puro y apasionado. La metáfora de la noche que eclipsa el frío representa el dominio del amor sobre cualquier barrera o distancia. El texto invita a los amantes a sumergirse en una conexión profunda y mutua, donde sus nombres se entrelazan y se funden en una danza de luciérnagas luminosas.

La imagen de los cántaros llenos de aceite y ambos envueltos en manzanas sugiere la plenitud y la abundancia que se experimenta al amar intensamente. Se insta a no dejar que los días pasen desapercibidos y a aprovechar cada momento, como si fueran una lluvia que nos brinda la vida.

El amor descrito en el texto es ardiente y desbordante, comparado con la tentación pura de un árbol cargado de fruta y la pasión que lustra el plumaje de un ave. Amar se convierte en una urgencia, un acto de apretar los labios y los dientes, como si se quemara la pólvora en nombre del deseo y la pasión.

Se invita a amar desde lo más profundo del ser, desde el perímetro de un hueso que puede sentir la cáscara y la piel de una mañana llena de aprobación. El amor se expande hasta la horma de un zapato que camina en el mar, sembrando semillas que abren puertas al prodigio de la existencia.

El texto reconoce que el amor no siempre es suave y tierno, a veces puede doler y la ternura puede ser menos dulce de lo esperado. Sin embargo, se alienta a persistir en apreciar los detalles más pequeños y encontrar la calma en los momentos de dicha compartida.

La última parte del texto recuerda a los amantes que, incluso cuando el amor parece alejarse, pueden avivar el fuego nuevamente y convertirse en hoguera, desde los pies hasta el alma. También se reconoce que la sangre a veces puede ser un vaso lleno de frío, sugiriendo que el amor puede ser desafiante en ocasiones.

En definitiva, este texto es un canto apasionado al amor que invita a los amantes a entregarse plenamente, apreciar los momentos fugaces de dicha y superar cualquier obstáculo que puedan encontrar en el camino hacia una conexión más profunda y significativa.

 


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