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sábado, 28 de junio de 2025

Lal Ded poeta y mística del siglo XIV


Lal Ded poeta y mística del siglo XIV

Por Javier Amable

 


Lal Ded, conocida también como
 Lalleshvari, fue una poeta y mística del siglo XIV originaria de Cachemira, India. Su poesía, conocida como vakhs, refleja una profunda búsqueda espiritual y una crítica abierta a las normas sociales y religiosas de su época. A través de estos versos, promovió el autoconocimiento, la unidad espiritual y la compasión práctica como valores esenciales, desafiando rituales vacíos y ortodoxias restrictivas.


 

Su vida estuvo marcada por dificultades, incluido un matrimonio infeliz y tiempos turbulentos bajo las invasiones de Cachemira. Lal Ded eligió la rebeldía como camino, abandonando las ataduras materiales y sociales para abrazar una vida como mendiga errante. Es admirada tanto por hindúes como por musulmanes en la región, siendo un símbolo de trascendencia religiosa y cultural.

 

Entre sus versos más destacados, uno dice: "No atormentes este cuerpo con hambre y sed, échale una mano cuando tropiece y se caiga. Al diablo con todos tus votos y oraciones: solo ayuda a otros a lo largo de la vida, no hay adoración más verdadera." Este poema encapsula su filosofía de vida, basada en la compasión y la espiritualidad práctica, alejándose de las normas convencionales.

 

Qué me podríamos decir acerca de Lalleshvari o Lal Ded (Cachemira, 1320-1373), la que fuera poeta y mística hinduista india del siglo XIV, creadora además del estilo de poesía mística llamado vatsun o Vakhs, literalmente «habla».

 

Dicen que fue la poetisa más famosa y a la vez más rebelde de Cachemira a la vez que profundamente influyente en la historia cultural y espiritual de Cachemira. Nacida en fecha incierta, entre 1301 y 1320 en una familia brahmán cerca de Srinagar, vivió en tiempos turbulentos marcados por invasiones y cambios políticos. Su vida estuvo llena de desafíos, incluyendo un matrimonio infeliz y el maltrato por parte de su suegra.

 

Lal Ded es reconocida por sus vakhs, versos místicos que forman la base del idioma cachemir moderno. Estos poemas reflejan su búsqueda espiritual y su rechazo a las normas sociales y religiosas de su época. Fue una devota de Shiva y se convirtió en una mendiga errante, despojándose de las ataduras materiales y culturales para explorar su yo interior.

 

Su poesía, que combina elementos de diversas tradiciones religiosas y filosóficas, sigue siendo reverenciada tanto por hindúes como por musulmanes en Cachemira. Lal Ded es vista como una figura que trasciende divisiones religiosas, conocida como Lallesvari por los hindúes y Lalla Arifa por los musulmanes.

 

Lalleshvari, o Lal Ded, dejó una huella indeleble en la literatura y la espiritualidad de Cachemira. Sus vakhs (versos místicos) no solo son una de las primeras manifestaciones de la literatura en idioma cachemir, sino que también reflejan su profundo rechazo a las normas sociales y religiosas de su época. A través de su poesía, Lal Ded cuestionó la ortodoxia religiosa y los rituales vacíos, promoviendo en cambio una espiritualidad basada en la introspección y la conexión directa con lo divino.

 

En cuanto a su relación con la sociedad, Lal Ded fue una figura profundamente rebelde. En una época marcada por la rigidez de las normas sociales y religiosas, ella rompió con las expectativas tradicionales al abandonar su hogar y adoptar una vida de mendicidad y contemplación. Su decisión de deambular desnuda simbolizaba su rechazo a las ataduras materiales y culturales, y aunque fue vista como una mística excéntrica, su mensaje resonó profundamente entre las personas de todas las clases y religiones.

 

Sus versos, como este: "No atormentes este cuerpo con hambre y sed, échale una mano cuando tropiece y se caiga. Al diablo con todos tus votos y oraciones: solo ayuda a otros a lo largo de la vida, no hay adoración más verdadera", encapsulan su filosofía de compasión y acción práctica. Lal Ded abogaba por una sociedad más equitativa y basada en el compartir, lo que la convirtió en una figura atemporal y universal.

 

 

 

EVENTOS HISTORICOS:

 

La vida de Lal Ded estuvo profundamente influenciada por los eventos históricos de su época, que marcaron un período de gran agitación en Cachemira. Nació entre 1301 y 1320, en una región que enfrentaba invasiones y cambios políticos significativos. En 1320, Zulchu, un cacique de Asia Central, atacó Cachemira, lo que llevó a la caída del último rey hindú, Sahadeva. Este evento resultó en masacres y conversiones forzadas al islam.

 

 

 

Posteriormente, Shams-ud-din Shah Mir, un aventurero de Sat, invadió la región y fundó la dinastía Shah Mir, que gobernó Cachemira durante más de dos siglos. Lal Ded creció en este contexto de transformación cultural y religiosa, lo que probablemente influyó en su perspectiva espiritual y su rechazo a las normas sociales y religiosas de su tiempo.

 

 

 

Temas principales en la poesía de Lal Ded

 

La poesía de Lal Ded aborda una amplia gama de temas que reflejan su profunda espiritualidad y su visión crítica de la sociedad de su tiempo. Algunos de los temas principales incluyen:

 

Búsqueda espiritual y autoconocimiento. Lal Ded enfatiza la importancia de mirar hacia adentro para encontrar la verdad y la conexión con lo divino. Sus versos a menudo exploran la relación entre el alma y el universo.

 

Crítica a la ortodoxia religiosa. Rechazaba los rituales vacíos y las prácticas religiosas superficiales, abogando por una espiritualidad más auténtica y personal.

 

Rebeldía contra las normas sociales: Sus poemas reflejan su rechazo a las restricciones impuestas por la sociedad, especialmente en lo que respecta al papel de las mujeres.

 

Unidad y trascendencia religiosa: Lal Ded promovía una visión inclusiva de la espiritualidad, integrando elementos del hinduismo, el sufismo y otras tradiciones presentes en Cachemira.

 

Naturaleza y transitoriedad de la vida: Sus versos a menudo meditan sobre la impermanencia de la existencia y la necesidad de desapego de lo material.

 

Un ejemplo de su poesía que encapsula estos temas es:

 

Aprender las escrituras es fácil,

 

vivirlas es difícil.

 

Buscar la Realidad no es un tema simple.

 

En lo profundo de mi búsqueda,

 

las últimas palabras se disiparon.

 

Gozoso y callado, el despertar

 

que entonces me encontró.

 

  

 

BUSQUEDA ESPIRITUAL EN SUS POEMAS

 

La búsqueda espiritual es uno de los ejes fundamentales en la poesía de Lal Ded. Su trabajo refleja una profunda introspección y un anhelo constante por alcanzar lo divino a través de la experiencia directa y personal, rechazando los caminos convencionales de la religiosidad institucionalizada. A lo largo de sus vakhs, Lal Ded explora el viaje hacia el autoconocimiento como una manera de conectar con lo absoluto.

 

En su poesía, utiliza imágenes y metáforas para describir la relación entre el individuo y el universo. Por ejemplo, el acto de despojarse de bienes materiales y ataduras sociales simboliza la necesidad de liberarse de todo aquello que impide a la mente y el espíritu alcanzar la plenitud. Además, sus versos invitan al lector a mirar hacia adentro, desafiando la dependencia de ceremonias religiosas y rituales vacíos.

 

Un elemento central en su búsqueda espiritual es la idea de la presencia constante del "Ser Supremo" o lo divino en cada aspecto de la vida cotidiana. Uno de sus versos expresa este pensamiento: *"Ya sea que respires, estornudes, tosas o simplemente camines, el divino está contigo en todo momento; en cada acto, reconoce su presencia."* Esto resalta su creencia de que lo sagrado no es algo distante, sino una fuerza inmanente.

 

También desafía la idea de la separación entre lo espiritual y lo mundano, promoviendo la visión de que la iluminación no es algo que se encuentra al final de un camino, sino algo que reside en la vida misma si se vive con plena conciencia.

 

 

 

Observemos uno de los vakhs de Lal Ded, que encapsula su filosofía espiritual y su visión crítica de la sociedad:

 

No te atormentes en este cuerpo de hambre y sed

 

ayúdale a levantarse en sus caídas

 

échale una mano cuando tropiece y caiga. 

 

Al diablo con todos tus votos y oraciones

 

pero no dejes de ayudar a los demás

 

a lo largo de toda tu vida

 

solo ayuda a otros a lo largo de la vida,

 

esa es la oración verdadera.

 

En este poema, Lal Ded expone varias ideas clave:

 

 

 

1. Cuidado del cuerpo y la integridad física: El verso inicial refleja la importancia de cuidar el cuerpo como un templo, rechazando las prácticas ascéticas extremas que implican hambre o sed excesiva.

 

2. Compasión y acción práctica: Lal Ded enfatiza la ayuda mutua y el apoyo en los momentos de necesidad, señalando que las acciones tienen un impacto más profundo que las palabras vacías o las ceremonias religiosas.

 

3. Crítica a los rituales religiosos: En su línea sobre los votos y oraciones, desafía la noción de que la devoción se demuestra únicamente a través de rituales o prácticas externas, proponiendo un enfoque más humano y directo.

 

4. Ética universal: El verso final encapsula su idea de espiritualidad inclusiva, donde ayudar a los demás es visto como la forma más pura de adoración, trascendiendo divisiones religiosas.

 

Este poema resalta la esencia de su pensamiento: una espiritualidad centrada en el amor, la compasión y la acción práctica, alejándose de las normas rígidas que prevalecían en su tiempo.

 

 

 

 

 

 

LalleshwariLalleshwari, (c. 1320–1392) nombrada comúnmente como Lal Ded fue un místico indio cachemir de la escuela de filosofía hindú Shaivismo de Cachemira.

 

La mayoría de los eruditos modernos sitúan el nacimiento de Lal Ded entre 1301 y 1320 d. C., cerca de Sempore o Pandrenthan. Se estima que falleció en 1373, y se le atribuye enterrada en una tumba cerca de Bijbehara



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miércoles, 27 de marzo de 2024

Encuentro entre Oscar Wilde y Walt Whitman: ¿Realidad o Leyenda?





Sólo de cuando en cuando, nos encontramos relatos intrigantes, cuasi inverosímiles que despiertan nuestra curiosidad y nos llevan a explorar la vida y obra de grandes figuras literarias. Uno de estos misterios que ha capturado la imaginación de muchos lectores es el supuesto encuentro entre dos gigantes de la literatura: Oscar Wilde (Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde,​ Dublín, Irlanda, 16 de octubre de 1854 - París, Francia, 30 de noviembre de 1900), agudo y excéntrico dramaturgo y poeta irlandés, un irlandés que, decepcionado por el viaje, al desembarcar en Nueva York, América le parece un burdel, pero también un país de oportunidades. Wilde, autor de libros archiconocidos como El Fantasma de Canterville, El Retrato de Dorian Gray o La Importancia de Llamarse Ernesto, y Walt Whitman (Walter «Walt» Whitman; West Hills, Nueva York; 31 de mayo de 1819-Camden, Nueva Jersey; 26 de marzo de 1892)el venerado poeta estadounidense conocido por su única obra "Hojas de hierba" y considerado el padre del Verso Libre. 
Entre las muchas historias que rodean las vidas de Wilde y Whitman, una de las más intrigantes es la afirmación de un encuentro íntimo entre los dos escritores. Se ha dicho que, durante la visita de Wilde a Nueva York en 1882, los dos poetas se encontraron y compartieron un momento de intimidad, culminando en un beso. Esta leyenda, de veracidad poco probable entre otras cosas por la gran diferencia de edad entre ambos, Whitman 35 años mayor, se ha perpetuado a lo largo del tiempo, alimentando la imaginación de los amantes de la literatura y la historia. 
A lo largo de los años, ha persistido la especulación sobre si estos dos iconos realmente se encontraron y, según algunas fuentes, incluso se besaron. En este artículo, exploraremos las diversas perspectivas y evidencias disponibles sobre este intrigante tema. 
Una cita ampliamente citada, atribuida a Wilde, que murió con sólo 46 años en 1900 y quizá haya sido el primer metrosexual de la historia, afirma: "Aún tengo el beso de Walt Whitman en mis labios". Sin embargo, es crucial señalar que esta cita no está respaldada por pruebas históricas sólidas y puede considerarse más como una leyenda o una invención literaria que como un hecho documentalmente respaldado. 
A pesar de la popularidad de esta historia, la evidencia histórica que respalde un encuentro físico entre Wilde y Whitman es escasa. No hay registros verificables de tal reunión en los archivos históricos disponibles. 

 

Javier Amable 


 



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domingo, 7 de mayo de 2023

Tomar del alba el fósforo y la mano de niña de mi madre. Feliz Día a Todas las Madres del Mundo




Tomar del alba el fósforo y la mano de niña de mi madre, con sus tintes sardónicos dormitando a la sombra de una constelación de cosmos, fueron, sí, nueve astros durmientes aguardando galaxias venideras en años.




Fragmento de La Posesión del Ágata

Recorrido Poético por el Parque Natural Cabo de Gata - Níjar

 

Análisis: Javier Amable. 

La estrofa elegida por el autor de La Posesión del Ágata para felicitar a "todas las madres del mundo", en sí misma es una hermosa meditación sobre la vida y el paso del tiempo, en ella el autor utiliza imágenes poéticas y simbólicas para evocar la infancia y el despertar a la vida. La imagen central del fósforo del alba podría indicar que el poeta está listo para comenzar una nueva etapa en su vida, mientras que las referencias a la mano de niña de su madre y la constelación de cosmos sugieren que siempre habrá una conexión con el universo y una comprensión más profunda del lugar del poeta en él.

Los nueve astros durmientes aguardando galaxias venideras en años es una imagen muy hermosa, que podría sugerir un período de espera o de gestación o incluso la idea de que la vida es un proceso constante de crecimiento y transformación. Cada uno de los astros representa una etapa en la vida del poeta, y cada una de las galaxias venideras representa una nueva etapa en su vida que aún está por venir; no obstante también podría sugerir, incluso afirmar, que el autor y sus hermanos son los nueve astros o estrellas que conforman la constelación de cosmos. "Astros durmientes" puede implicar que los niños ya mostraban un potencial latente y esperaban con ilusión  el futuro, muy diferente al presente que vivían. 



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lunes, 20 de marzo de 2023

Primavera: el punto más lascivo de la carne. Alonso de Molina. Reseña Javier Amable




Con el invierno en fuga de olvido, la primavera abre sus días con un conjuro de pájaros que no olvidan los poderes del fuego. El buen tiempo  llegó. Canta la media luna para poner en jaque a todas las madrugadas del invierno.

Mis manos solo buscan el lóbulo carnoso de la primavera, la tenue suavidad de la piel  y la carne conmovida.

Podría ser que la lluvia lamiera nuestros ojos
y hundidos en la niebla todo nos pareciera
noche, donde calles, estaciones y pájaros
serían el cantar sin alma
de tantas primaveras enmohecidas.

Cada primavera,
lo he dicho y pintado en las paredes,
trato de reinventarme,
de mostrar mi perfecto
y natural origen al universo.

Es la estación del año más carnosa, la primavera es redonda e ingenua, atolondrada y lúbrica, su destino es posarse en el punto lascivo de la carne. 

Así y todo, incluso las flores saben cuándo la primavera acaba. 

 


Texto: Alonso de Molina. (España)
Imagen: David Underland. (Amsterdam)


Análisis. Javier Amable
En el poema "El punto más lascivo de la carne" del poeta español Alonso de Molina,  el hablante poético se concentra en la belleza y la suavidad de la primavera, buscando el "lóbulo carnoso" y la "carne conmovida". Sin embargo, también se plantea la posibilidad de que la lluvia y la niebla confundan los sentidos y hagan que todo parezca una noche sin alma.
El poema también muestra una reflexión sobre la renovación personal que la primavera puede inspirar, el autor se pinta en las paredes y se reinventa a sí mismo. Además, se resalta la idea de que la primavera es una estación carnosa, redonda e ingenua, destinada a posarse en el punto más lascivo de la carne.
Finalmente, el poema sugiere que incluso las flores, que simbolizan la belleza y la vida, saben que la primavera tiene un fin.



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domingo, 8 de enero de 2023

Sin latidos de nieve en nuestros pulsos (Poema para un cumpleaños más)


Sin latidos de nieve en nuestros pulsos
(Poema para un cumpleaños más)




Memoria y piedra. Del corazón, la mina.
En sus cimientos vibra el oro que no vemos.

No es leve esta sangre de tierra,
esta madera ciega como un alud de aire
contra el viento, la ciega frontera entre la luz
y la sombra, la espora lastimada día tras día,
deshecha como el hielo entre las brasas.

Una ventana, a este lado de la casa,
enciende el habitáculo interior donde el hambre
en su llamada resplandece.

Y el hombre acalla su instinto como si fuera él
la frontera entre estar vivo o muerto.

Hemos subido raudos. Las prisas no son buenas.
Pero seguimos corriendo hasta encallar la luz
que va doblando mis ojos, encubriendo el temblor
de las hojas sometidas al destino.

Hoy vuelvo a ser materia que impacta en el vacío,
pero seguimos solos y la burbuja crece
invadiendo escenarios y tiempos solapados
con el franco deseo de encendernos, ser libres
y apagar nuestras voces cuando esté todo dicho.

De qué sirven las brasas
cuando la nieve enciende el frío
y no se duerme el niño ni se despierta el hombre,
dormido como un pájaro aterido de frío.

Cuando cumplí los años justos para quedarme quieto,
vine a este lugar, sin pan ni aceite, pero con mucho sol
y horas en letargo calentando la yerba ajena a las horas
y, si acaso, algún labio de mar me entregara algún beso,
ni apagaría mi sed el agua ni anclaría mis raíces
ni en gritos sin palabras ni en palabras sin gritos.

Encendería, sí, la ávida memoria
de aquel jazmín en flor que encalló en nuestras manos
como parte del beso que a veces esquivamos.

No es un decir, la tierra sigue siendo redonda
y en su extensión el mar, a veces, tan vacío
como el abrazo incierto donde a veces me miro.

Podría ser que la lluvia lamiera nuestros ojos
y hundidos en la niebla todo nos pareciera
noche, donde calles, estaciones y pájaros
serían el cantar sin alma
de tantas primaveras enmohecidas.

Habría que pretender el oro,
temblar en cada rama con gestos incendiarios
que preñaran las hojas de latidos y besos
y salvar el naufragio de tantas horas y días a la deriva.

Es tarde ya. No podemos seguir sentados
viendo crecer la nieve que escarcha nuestros huesos
y enmudece las calles que nos hablan de aliento.

Hay que encender la sangre,
dejar latir los labios y renacernos juntos
sin latidos de nieve en nuestros pulsos.


-Análisis del poema, por Javier Amable

Se trata de un poema reflexivo que utiliza imágenes y metáforas para explorar temas como la vida, la muerte, la naturaleza y la memoria.

 En primer lugar, el poema sugiere que la memoria es algo sólido que se encuentra en lo más profundo del corazón, comparándola con una mina de oro que vibra en los cimientos del propio corazón. Luego, el poema describe la naturaleza como algo ciego y obstinado, pero a la vez poderoso y hermoso, haciendo referencia a la tierra, la madera, el aire, el hielo y las brasas.

 El poema también sugiere la fugacidad de la vida, utilizando la imagen del jazmín en flor que encalla en las manos y el beso que a veces esquivamos. Esta imagen sugiere la importancia de apreciar cada momento de la existencia y de vivir la vida plenamente.

 Por último, el poema termina con una llamada a encender la sangre y renacer juntos, sugiriendo la necesidad de superar la debilidad y la hostilidad que a veces nos impiden vivir plenamente. En resumen, el poema es una reflexión profunda sobre la existencia humana y la necesidad de vivir plenamente en el momento presente.




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sábado, 19 de marzo de 2022

EL HOMBRE OLVIDADO



Yo soy el hombre olvidado. Suelo pasear cada tarde cercano al curso de río Dniéper. Acostumbro a caminar desde la Estatua de Berehynia, en la concurrida Plaza de la Independencia, hasta la Estatua de la Madre Patria, no sin al paso, echar un rato de acomodo saboreando un café bien cargado en un sugerente café-librería cercano al Monasterio de las Cuevas; y no sé por qué razón eludo acercarme a la rivera a contemplar las aguas.

Mi cabeza es un círculo vicioso, un entramado mental que no logra encontrar la salida para escapar de este frío mármol que me enquista. Es cierto, mi memoria a veces me abandona llevo un número grabado en el brazo izquierdo, justo debajo del tryzub tatuado, eso me recuerda quien soy.

Las tardes de primavera como esta que ahora comienza es normal ver el deambular de la gente, los niños corriendo tal como su condición de niño les dicta; los padres sentados leyendo o charlando entre ellos, pero sin quitar un ojo de encima a la chiquillería. Apoyada en uno de los carros de combate expuestos en la extensa explanada que da acceso al Museo de la Gran Guerra Patria, una muchacha, demasiado flaca a mi parecer, jugueteaba aburridamente con su rubia melena, enroscándose y desenroscándose el flequillo alrededor del índice y medio de la mano derecha; muy cerca, animados grupos de gente y en especial un chico bien parecido que se la estaba comiendo con los ojos. En esa controversia, en este emblemático lugar donde se representa y rememora el pasado violento de la raza humana y, en buena fe, se honra la memoria de los miles de víctimas, como husmeando desde alguno de mis muchos abismos, yo me preguntaba si de verdad han valido la pena los años vividos.

La flaca muchacha ahora está acompañada por otra muchacha, algo mayor que ella y no tan flacucha. El chico bonito se me acercó a que le invitara a un cigarrillo. A estas alturas de la tarde no viene mal una charla con algún desconocido. Dando una calada al cigarrillo que había encendido segundos antes de que el chico bonito se me aproximara, sin dejar de mirarle le pregunté: ¿qué tal las chicas, son amigas tuyas? Respondió, al acabar una larga exhalación llena de humo, que no las conocía; vi cómo mirabas a la flacucha, argumenté. Es una forma de empezar a conocerla, dijo, mirarla y hacerle ver que la estoy mirando.

Sonrió y me echó amigablemente el brazo por encima del hombro. Yo me dejé hacer y nos encaminamos a conversar con las chicas que seguían apoyadas en el mismo carro de combate. El chico bonito, exhibiendo su mejor sonrisa y cierta maestría en romper el hielo, sin más preámbulo y mirándolas directamente, espetó a ambas mujeres: vemos que habéis conectado bien con los tanques; ¿y las relaciones humanas? ¿qué tal las lleváis? Ellas rieron nerviosas, y yo mismo, mirándolas a la cara, me aventuré a decir, ¿qué tal si conectamos delante de una buena cerveza? Creo que mis palabras, tal vez el enunciado “cerveza” obró el milagro. Ambas mujeres se apartaron del artefacto bélico y tomándonos a cada uno de un brazo empezamos a caminar en silencio alejándonos de la gran plaza y por ende de la monumental escultura bélica.

Ni siquiera la luna resplandece como tu sonrisa, insinúo, cerveza en mano, sin dejar de mirar fijamente a los ojos de la amiga de la flacucha. Estuve en la guerra, afirma ella manteniéndome la mirada. ¿Qué tal un poco de hachís para desinhibirnos? propone el chico bonito; estupendo, largó dando saltitos la flacucha con manifiesta avidez. Yo también estuve en la guerra, respondo a la amiga de la flacucha, porfiando con indisimulada lujuria y poniendo en su mano mi mechero para que hiciera arder el hachís.

No habíamos aprendido nada en la vida, no sabíamos fórmulas para crear vida, ni respetar las leyes de la naturaleza; menos aun las que ponen orden y paz en el universo. No sabíamos nada y todo nos importaba un comino. En la niñez todo es un cuento feliz donde nos avivan a formarnos, a esforzarnos, a tener proyectos y plantearnos qué hacer para ser útil a nuestra sociedad, pero nadie nos explica qué hacer para ser felices toda la vida.

Cierto, la vida es un teorema difícil de resolver, somos memoria y olvido incapaces de aprender de las experiencias, nadie nos ha preparado para entender ni afrontar la vida con garantías de éxito. Todo lo que ven mis ojos cada tarde en mis paseos, son remembranzas de batallas, de guerras, de supremacías del hombre sobre el hombre; la avidez del hombre por controlar al hombre, por controlar las situaciones y por imponerse a la naturaleza de las cosas no tiene límites; es parte de la sinrazón en que vivimos, de nuestra imperfección. Estamos rodeados de falsedades e hipocresía, cómo entender la guerra, cómo entender la supremacía de unos sobre otros, cómo entender el mal, la falsedad. Para comprender la verdad es necesario interpretar más allá de las palabras que se leen o se oyen.

Abramos nuestra mente, vivamos el momento presente, persistí incapaz de contener mis lujuriosos deseos; le hubiera hecho el amor a la vista de todos a la amiga de la flacucha, cuando todos los ojos se posaron en los míos. En ese instante perdí su rostro, en la vidriera tampoco se reflejaba el mío; un atisbo de desnudez colmó el angosto espacio que compartíamos.

Al salir del bar nos topamos con una patrulla militar en su ronda diaria. Firmes y ceremoniosos van refiriendo nombres y la correspondiente numeración tal como figura en la placa de mármol expuesta en el museo. Yo no puedo contener mi emoción al escuchar el número 11600, a la vez que miro en mi brazo el número tatuado debajo del tryzub*.

Y la guerra, la guerra, que es lo que más se rememora, nos convierte en nadie. Sólo muertos tirados en las calles y un número total en el recuento.

 *Imagen en forma de tridente de color dorado que figura sobre el fondo azul del escudo de Ukrania.

Texto: Alonso de Molina


Análisis. Javier Amable

Monólogo interno en que el protagonista reflexiona sobre su propia existencia y experiencias. Describe su rutina diaria de pasear cerca del río Dniéper y observar a la gente en un lugar conmemorativo de la guerra. A medida que interactúa con un joven y dos mujeres, se adentra en reflexiones sobre la vida, la memoria, la guerra y la búsqueda de la felicidad.

El texto aborda temas como la memoria, la identidad, la guerra y la insatisfacción personal. El personaje se siente olvidado y atrapado en un ciclo mental sin salida. Observa a las personas alrededor suyo, cuestionando la validez de los años vividos y la importancia de las relaciones humanas. Las descripciones de los personajes y las acciones son detalladas, aunque también se encuentran momentos de desinhibición y lujuria.

El relato culmina con la aparición de una patrulla militar y el protagonista identificándose con un número, aludiendo a su participación en la guerra y el sentimiento de deshumanización que esta conlleva.

La narración puede resultar intrigante para algunos lectores debido a varios aspectos del relato. En primer lugar, el protagonista es un personaje enigmático que no revela completamente su identidad ni sus circunstancias. Su estado mental y emocional no están claramente definidos, lo que puede generar curiosidad en los lectores sobre quién es y qué lo ha llevado a ese estado de sentirse olvidado.

Por otro lado, el relato presenta una serie de reflexiones filosóficas y existenciales que pueden plantear preguntas y provocar distintas interpretaciones. Temas como la memoria, la guerra, la búsqueda de la felicidad y la naturaleza humana se entrelazan en el monólogo del personaje, lo que puede generar discusión y suscitar el debate entre los lectores.

La ambigüedad en ciertos pasajes y las acciones inesperadas de los personajes también pueden generar intriga.


LO CONTRARIO DE LA GUERRA (DESTRUCCIÓN) ES POESÍA (CREACIÓN)

#нетвойне #Noalaguerra #Poesía #Paz





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domingo, 5 de diciembre de 2021

Es el día gritándole al interior de círculo



.

Nosotros levantamos el fuego
lanzando piedras a la oscuridad del bosque.

Comprendíamos las razones del sol y de la luna,
tal vez nuestras sandalias profanando la grava
forjaron su abandono negando a nuestros dioses.

Mientras el hombre danza con su sombra
para librar al cuerpo del poder de la mente,
los cuatro puntos cardinales le observan
e impasibles ocupan los círculos
que encierran sus palabras.
No es la ausencia de voz
perdida en su inventario de dicciones:
es el día gritándole al interior del círculo

crecido en el silencio
donde arden las llamas

prendidas al misterio del fuego.




Reseña: Javier Amable

Resumen

Este poema evoca la creación de luz en la oscuridad mediante el acto de levantar fuego con piedras en el bosque. La lucha contra la ignorancia. La danza del hombre con su sombra sugiere una conexión con lo primitivo para liberarse del control mental, observado por los puntos cardinales como presencias cósmicas. Las llamas en el misterio del fuego simbolizan la búsqueda de conocimiento más allá de las palabras. La ausencia de voz y el grito del día en el círculo enfatizan la importancia del silencio y la meditación para escuchar la voz interior y universal. 

La imagen de levantar el fuego arrojando piedras a la oscuridad del bosque, acto de crear luz en la oscuridad, sugiere una búsqueda de conocimiento y una lucha contra la ignorancia y la falta de comprensión. El poema sugiere que los protagonistas son capaces de comprender las razones del sol y la luna, y que sus acciones, como caminar sobre la grava, han llevado a la negación de los dioses tradicionales.

La segunda estrofa describe al hombre danzando con su sombra, lo que podría ser interpretado como un intento de conectarse con su lado más oscuro y primitivo para liberarse del control de la mente. Los cuatro puntos cardinales observándolo podrían representar una especie de presencia divina o cósmica que rodea al hombre en su intento de liberarse. Las llamas que arden en el misterio del fuego simbolizan la búsqueda del conocimiento y la comprensión más allá de las palabras. 

La última estrofa es quizás la más enigmática, ya que habla de la ausencia de voz y de un día gritando en el interior del círculo, donde arden las llamas. Esto podría ser interpretado como una referencia a la importancia del silencio y la meditación para poder escuchar la voz del universo o del yo interior. El círculo podría representar la totalidad de la experiencia humana, y las llamas podrían ser una metáfora del fuego sagrado que simboliza la búsqueda espiritual. 

El poema tiene una gran riqueza de imágenes y metáforas que pueden ser interpretadas de diferentes maneras. La primera imagen que se presenta es la de un grupo de personas levantando fuego lanzando piedras a la oscuridad del bosque. Esta acción podría ser vista como un intento de controlar la naturaleza y la oscuridad mediante la luz del fuego. Además, la imagen de las sandalias profanando la grava podría sugerir una falta de respeto hacia la naturaleza y los dioses que la habitan.




Fragmento del libro Un humano cualquiera

Imagen
Tatranska Magistrala (Slovakia)




©texto e imagen Alonso de Molina




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jueves, 16 de septiembre de 2021

Donde tú vayas será también tu patria. Del poemario La Posesión del Ágata. Alonso de Molina



En señal de respeto mejor estar callado. 


Pero el estar callado no me impide pensar, que suele ser peor que hablar. Tendría que sustituir la lógica por las sensaciones, dejar las referencias a un lado y desnudar, de una vez por todas, el cuerpo y el alma de razones. No justifiques nada y cumple tus deseos porque es la pura esencia de quien eres, la única metafísica en la que creo:

ser uno mismo y entregar el oro que llevas dentro a la raíz del arte cuya obra mayor eres tú –con tus verrugas y arrugas del corazón y el alma–.

Y eso hacían los viejos del lugar. Eran Ágata puro en su esplendor más puro, creciéndose hacia el cielo desde el mar.

Yo mismo vi crecer la mar a la par que crecían también mis sueños:

sentado en arrecifes contemplaba hipnótico los círculos del agua formando ondas que se alejaban en todas direcciones. Ansiosos nos mirábamos tasando nuestros dones.

Inmerso en turbulencias el mar crecía en sus voces que menguaban al llegar al rompiente con un lastimero estertor de herido, mientras yo pretendía la espada, la odisea; quería proteger mi reino de vientos y mareas, del estrépito despecho de otros dioses menores, de sus ásperos dardos directos al cerebro.

Y el mar, burlonamente, me revolcaba en sus arenas; y de rabia, a menudo, morbosamente me sangraba el desánimo.

El mar y mi rostro tenían la virtud de mirarse de frente y decirse las cosas con palabras directas. 

Yo, atado a la tierra como un olivo, pretendía el mar. El mar por momentos venía y me arrancaba el olivo y alguna flor; en respuesta era yo que juntaba las manos para adentrarme en él a ofrecerle más tierra y más olivos. Ese era el don que nos unía. Ese es el único misterio: la entrega y el afán de crear y crearnos, y volar como pájaros.

Todos los misterios caben en un soplo. No existiría el camino si no lo transitaras, hay un hilo invisible que trasciende lo real del tiempo y del espacio.

El subconsciente es un torbellino que parpadea en ti pretendiendo la virtud de tus sueños, pero no ordena a tus sueños que asuman la noche o la tarde o alguna virtud que puedas alcanzar sentado sin un pájaro ansioso que te haga ir al camino. 

Pero, sobre todo, que te haga comprender que tu camino va más allá de tus ojos.

Tu camino está allá donde tú vayas y esa será también tu patria. 


La Posesión del Ágata (disponible en tapa blanda y digital)

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Análisis: Javier Amable

El presente poema "Donde tú vayas será también tu patria", del poeta español Alonso de Molina, es una reflexión sobre la vida y la identidad personal. El poema comienza con una afirmación sobre la importancia del respeto y la reflexión antes de hablar. El poeta sugiere que la reflexión es más importante que las palabras que puedan ser pronunciadas.

El poema también explora la idea de ser uno mismo y vivir sin justificaciones y anima al lector a despojarse de las referencias externas y a entregarse a su verdadera esencia. Este "oro interior" es la raíz del arte, y el poeta sugiere que el acto de crear es la mayor obra de arte en la que uno puede participar.

El poema se mueve a continuación hacia la imagen del mar, que es una constante en la obra de Alonso de Molina. El poema describe el mar creciente, y cómo el poeta lo observa y sueña con él. El mar es un elemento poderoso y tumultuoso, que representa los desafíos que uno enfrenta en la vida.

El poema también sugiere que la entrega y el afán de crear son los únicos misterios importantes en la vida. Y, por otro lado, el poeta afirma que todos los misterios caben en un soplo, y que el camino de uno sólo existe si se avanza en él y, por otro lado, sugiere que el camino de uno no se limita a lo que se ve, sino que está más allá de los ojos, y que la verdadera patria de uno está allá donde uno va.

En general es un poema introspectivo, en la más pura línea de Molina,  que explora la identidad personal y la idea de ser uno mismo. A través de la metáfora del mar, el poeta sugiere que la vida es un desafío, pero que la entrega y la creatividad son los únicos misterios importantes, y desde estos versos, se anima al lector a ser auténtico y a encontrar su verdadera patria en cualquier lugar donde se encuentre.






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viernes, 15 de mayo de 2020

Ante qué dios me reclinaré hoy?















En frágil equilibrio me destapo
mientras espinas florecen en mis sienes
mis letras conceden a la gramática
filamentos reclinados en el olvido;

mi voz no se oye
y los tiempos
transcurren sin esperanza ni perdón.


Sumerjo mis verdades en lágrimas reprimidas.
Mis credos guardo en dolores ajenos,
a un cielo sin entrada elevo mis plegarias;
construyo mi indolencia sobre cultos imposibles.

Así pues
Ante qué dios me reclinaré hoy?




Reseña: Javier Amable

El poema "Ante qué dios me reclinaré hoy", del poeta español, Alonso de Molina, presenta una visión introspectiva y reflexiva sobre la vida y la religión. El hablante lírico parece sentirse desorientado y desamparado en su búsqueda de la verdad y la fe. Las "espinas" que "florecen en sus sienes" pueden simbolizar los obstáculos y las dificultades que encuentra en su camino.

El uso de la metáfora de las "letras" que conceden "filamentos reclinados en el olvido" sugiere que el hablante lírico encuentra cierta comodidad y consuelo en su escritura, aunque a menudo se sienta ignorado y olvidado.

El poema también presenta un contraste entre la falta de esperanza y la necesidad de fe y oración, ya que el hablante lírico eleva sus plegarias a un "cielo sin entrada". Finalmente, la última pregunta "Ante qué dios me reclinaré hoy?" sugiere una incertidumbre y una búsqueda constante de significado y propósito. 

 

jueves, 9 de enero de 2020

Poema para mi cumpleaños



Al poco de conocerme me reflejé en mi rostro. Quiero decir, me inventé a mi antojo. Mi mundo es un espacio cerrado en el que yo soy el dios (demiurgo menor, diría Platón) y reinvento lo creado en mi forma y medida. *

Nací en un mes de enero parecido a este donde el frío bajaba hasta el color de la esperanza, nací puro, supongo, como una almendra fresca que florece en la hierba. Después fui parte del paisaje azul donde el cielo y el mar reafirman sus colores mezclándolos con blancos y suaves calamochas. En aquel tiempo mi espalda soportaba los lunares y mis manos se asían a las tapias para trepar por ellas en busca de cualquier altura.
Pronto mi corazón empezó a sentir hambre, fui hurgando por los filos de la nada mientras el tiempo era un torrente que buscaba mis cejas, y brillaban mis ojos mirando al infinito. Pero no supe ver entonces los cimientos del vértigo. Me crecieron cabellos y apetitos en aquella ciudad de huesos retorcidos donde yo hurgaba el corazón del hombre buscando espejos donde afianzar mi destino, pero yacían los pájaros que inclinaban su aliento confiados en el devenir de los días. Me advirtieron, de buena fe, que no me dejara crecer las alas, que los pies deben caminar en línea recta y que el ADN de mi sangre debería apoyarse en acatamiento y mansedumbre.
Transitados los años, muchos años, creí entender que podría aliviarme añorando el pasado, pero hoy sé que el hombre es carne y olvido. Que con alas de cera no se puede cruzar el fuego y que son los espejos los que deben mirar hacia adentro; por eso me consuelo al pensar que en los últimos años por todo oficio busco sentarme frente al fuego, encender unas velas y beberme la savia y la memoria y otra vez renacerme al mundo.
El fuego es un oficio honesto, una forma directa de hacerme preguntas sencillas de difícil respuesta: –estoy orgulloso de mi? –qué he aprendido en estos años? –a quien tendría que pedir perdón? –a quién tendría que perdonar yo?
Pero sigo teniendo sed. Y tengo miedo de que el cielo siga enfermo bajando sobre mí y se asfixien las fuentes de luz que pueblan mi cabeza. Ya no se oyen los ecos silbando en la montaña. Ya no se ven los claros de luna allende el horizonte. Ya no descifro más enigmas. Pues algo así como un vendedor de promesas es lo que soy. Tan solo un vendedor con la mirada puesta en las hogueras esperando un incendio antes de urdir la senda que me hará caminar desnudo entre las aguas.
Hoy que la música podría ser cantada en todos los idiomas, caigo en la cuenta de que no soy nada, de que nunca fui nada y de que mucho menos podré llegar a ser nada. En el fondo yo soy la NADA.
Entiendo que la lluvia siga cayendo indiferente sobre mi cabeza.


 *Intro a Capítulo X LHMDLL del mismo autor
.La insaciable verdad de la verdad. Fragmento.
.Imagen by Libertad G. Tocado masculino de Maria De Gador Villegas Villegas


Reseña: Javier Amable
El poema es una reflexión sobre la vida y el paso del tiempo. Se presenta como un relato introspectivo del autor sobre su propia vida y su relación con el mundo. El autor describe su nacimiento y juventud como un período de inocencia y exploración, pero más adelante reconocer que el tiempo pasa rápido y que la vida es frágil. El poeta se cuestiona sobre su propia existencia y la de los demás, buscando respuestas a través de la contemplación de su propia vida. A medida que ve pasar el tiempo, busca respuestas a preguntas profundas y se enfrenta a la idea de que su vida podría no tener un propósito o significado definido. La metáfora del fuego es utilizada para explorar estas preguntas y para encontrar consuelo en medio de la incertidumbre. Al final, el autor acepta la realidad de su existencia efímera y la aparente indiferencia del mundo hacia los demás. El poema podría ser una meditación sobre la vida y la muerte, el pasado y el presente, la esperanza y el miedo.



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