viernes, 15 de septiembre de 2017

Historias de cualquier otoño -4-


el lar del juramento 
Si pudiera explicar las vidas que quité
si pudiera quemar las armas que usé
no dudaría, no dudaría en volver a reír
Antonio Flores
(Álbum Arriba los corazones)

Las madrugadas no debieran ser lapso y muerte;
acentos y palabras confunden al destino.
Un mes como septiembre debería romper
los nichos y las urnas, las fronteras y líneas
que dibujan el frío e iluminan el odio.

Mientras duerme la noche, promovidos fanáticos
imponen el terror en las habitaciones israelíes;
la parca optó por Múnich,
violó su Villa Olímpica, el lar del juramento;

escupen
como si el mundo no supiera ya lo que es malo;
huyen de sí, con la frialdad de los extremos
provocando las sombras, midiendo sus tropiezos;
acechan como cuervos ataviados de hombres,
sin embargo jalean al aire
las mismas cuentas que sus mártires:
sesenta ritmos por minuto
ocho horas de trabajo, otras tantas de alivio
cuatrocientos ochenta minutos para el gozo…
…ningún instante para el alma.


Respiran
con la destreza de saber matar;
curtiéndose en pecados persiguen sus pretextos,
exhortados en credos que alinean horror
proyectan con sus ojos la mirada del miedo.
Han sido programado para destruir
y arrastran en su saña el ataque cobarde
que mancha en madrugada los silencios y vidas.

Las pantallas mostraron la matanza de Múnich,
el mundo no se olvida;
once rehenes mueren por el "Septiembre Negro"
las olimpiadas del setenta y dos

la cólera de dios perseguirá las sinrazones
y los ojos del mundo preñarán sus cruzadas
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Septiembre Negro. Este es el nombre de la Organización terrorista palestina que el 5 de septiembre de 1972 perpetró su acción criminal más notoria y que el mundo conoció como "La masacre de Múnich". Nombre que se le dio al secuestro y asesinato de once atletas israelíes durante los Juegos Olímpicos de 1972. En el acto además perdieron la vida cinco miembros de Septiembre Negro y un policía alemán, La tragedia sería vista en todo el mundo a través de la televisión. No fueron solo palabras de la acalorada premier Golda Meir: “No escaparán los asesinos a la larga mano de la justicia de Israel”. Los servicios secretos israelíes, el Mossad, dispuso la “Operación Cólera de Dios” –llevada años más tarde al cine por Steven Spielberg con el nombre “Operación ira de dios”. El cerebro de la matanza, Alí Hassan Salameh, alias el Principre Rojo, que fuera consejero de Yasser Arafat, murió, descuartizado en explosión de coche bomba en Beirut el 22 enero de 1979; El “ojo por ojo, diente por diente" de la justicia israelíe se había cumplido.
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©Alonso de Molina

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