Como el polvo, caducos, plenos tal que un brote de risa, efímeros como la rosa entregada, trémulos como la fiebre imposible alojada en tu cabeza. Somos el mismo, el fervor y recelo, la palabra olvidada, la sombra de una luz entre los árboles, la piedra que se encoge como un final lleno de miedo. Y seguimos con las mismas dudas existenciales sobre el ser, la vida y la muerte. Interminables, como un sueño, ríos y barro; y relojes de arena donde nos traba dios al polvo que seremos.
No sé, a veces, si soy piedra que quiere ser corazón o tengo el corazón como una piedra.
Gracias por leer y dejar un comentario en mis libros. Amazon y Google Play Libros
Una casi reflexión que me ha gustado muchísimo.
ResponderEliminarUn abrazo