…….
Hay veces que un hombre tiene que luchar
tanto por la vida que no tiene tiempo de vivirla.
Charles Bukowsk.
…….
Bajo las uñas
mil avispas jodiéndonos los días.
Te las intentas sacudir de encima
como quien se sacude las solapas
después de haber comido un bollo;
y muy harto de todo te acercas a la noche
a rascarte el ombligo y a intentar besártelo
con la misma pericia
que quien se acerca a una ventana
a ver nacer el día
creyendo que ese día
está predestinado a ti.
Pero observas que
los labios y la flor se posan en otra ventana
buscando una caricia que no te pertenece.
Y te pliegas como una hoja de papel
mirando de reojo al amor.
Y mordiéndote un labio
caminas cabizbajo
desde la noche a la mañana.
Y otra vez te asomas como una lucerna
a las hoscas ventanas de la tristeza
a desplegar cansino tus cenizas
después de haber dejado el polvo y tus razones
en un felpudo que tampoco es tuyo.
Y te das cuenta que el día también se marcha
con los pies tan vacíos como habían llegado
y sientes la soledad de un mártir
y cierras otra vez tus alas
y reordenas tus ojos
y, apartando las gafas a un lado,
plantas la vista al techo, a la pared del fondo,
al armario que posa indiferente.
Prendes un cirio
y lo miras
y te arrojas a él
y te quedas muy quieto
sin aspirar a nada,
el cirio y tú, la luz y la penumbra.
A fin de todo huérfano,
solitario y huérfano,
como una hormiga camino a su destierro.
Tal vez mañana
la ventana vendrá
para asomarse en mí.
...
La insaciable verdad de la verdad. Fragmento
tanto por la vida que no tiene tiempo de vivirla.
Charles Bukowsk.
…….
Bajo las uñas
mil avispas jodiéndonos los días.
Te las intentas sacudir de encima
como quien se sacude las solapas
después de haber comido un bollo;
y muy harto de todo te acercas a la noche
a rascarte el ombligo y a intentar besártelo
con la misma pericia
que quien se acerca a una ventana
a ver nacer el día
creyendo que ese día
está predestinado a ti.
Pero observas que
los labios y la flor se posan en otra ventana
buscando una caricia que no te pertenece.
Y te pliegas como una hoja de papel
mirando de reojo al amor.
Y mordiéndote un labio
caminas cabizbajo
desde la noche a la mañana.
Y otra vez te asomas como una lucerna
a las hoscas ventanas de la tristeza
a desplegar cansino tus cenizas
después de haber dejado el polvo y tus razones
en un felpudo que tampoco es tuyo.
Y te das cuenta que el día también se marcha
con los pies tan vacíos como habían llegado
y sientes la soledad de un mártir
y cierras otra vez tus alas
y reordenas tus ojos
y, apartando las gafas a un lado,
plantas la vista al techo, a la pared del fondo,
al armario que posa indiferente.
Prendes un cirio
y lo miras
y te arrojas a él
y te quedas muy quieto
sin aspirar a nada,
el cirio y tú, la luz y la penumbra.
A fin de todo huérfano,
solitario y huérfano,
como una hormiga camino a su destierro.
Tal vez mañana
la ventana vendrá
para asomarse en mí.
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La insaciable verdad de la verdad. Fragmento
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