SIGNO Y PRESENCIA Poesía para 2025 Francisco Muñoz Soler
Del libro Horizontes de sucesos
Horizonte de sucesos
llaman al vórtice en el que se traspasa
el umbral de dirección única
de la que no se vuelve,
en la que desaparece toda esencia física,
pero es el motor más poderoso
de los acontecimientos que nos suceden:
es la frontera de nuestra comprensión,
a partir de ahí nada es mensurable.
¿Entonces, cómo tener conocimiento
de entidades no tangibles?
Podría aventurarme como un Indiana Jones,
experimentarlo,
pero no podría volver,
no existiría el mundo exterior...
¡En el caso de que aún tuviera consciencia!
Pero camino,
me siento en la orilla de mi playa,
miro al horizonte curvo,
dejo la mente en albo,
respiro profundo y observo una caracola,
su infinita grandeza,
cómo su pequeñez es arrastrada por las olas…
y desaparece de mi vista.
Las olas bañan mis pies,
trasmitiéndome energía, vida.
¡Disfruto de mis días!
A la espera de la ola definitiva
que me sumergirá en el mar del que procedemos,
con alegría de haber nacido
en mi minúsculo palpar de grandeza.
Porque somos infinito.
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Hay quien cree que la muerte se puede reparar
He sido testigo del nacimiento de mi hijo,
del estallido de su vida
¡el grito!
La combustión de lo que somos,
desde lo íntimo de su madre.
Testigo de la muerte de mi madre,
del helor en su frente
cuando la besé,
atravesando lo que jamás nos será revelado;
he sentido su gelidez penetrando en mí,
inundando mi ser de insignificancia.
Entender que quien te dio la luz de tu existencia,
en unos minutos, será un cuerpo inanimado;
entender la pérdida de su vida.
Hay quien cree que la muerte
se puede reparar,
que las cenizas se encarnarán
y volverán a comer perdices.
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Gracias por darme la vida
Siempre estará presente el hueco,
ese hueco sin límites
más amplio que mi pecho.
Aunque confieso la turbación de mi ánima,
antes de entrar en la habitación,
si estuviera despierta y me recibiera con esa frase
que ampliaba su sonrisa hasta el infinito:
“Solo con verte, no me falta nada”.
Ojalá esa chispa en sus ojos,
pícara como la de una adolescente
que fortalecía mis días,
me hubiera despedido.
Pero, para ser sincero,
habría sido un torrente tan generoso de emociones
que el Iguazú se habría vuelto un pequeño salto de agua
en un arroyo, y seguro que
me habría superado,
hasta hacer añicos cuanto soy.
Estaba dormida y en su profundo sueño,
acompañada del amor florecido de su semilla,
con delicadeza abrazó la eternidad,
tan rápido que al besarla
el helor se apoderaba de su frente
y su flequillo, al que tanta envidia le tenía,
exhalaba el sudor de la no vida.
Ahora, a unos metros
del escritorio desde el que escribo,
descansan sus cenizas,
y siento tranquilidad y amor.
Como cúspide
se marchó el día de mi cumpleaños,
indicándome la inscripción exacta:
“Gracias por darme la vida”.
Pronto yo seré cenizas,
ojalá tan dignas como las suyas.
***
Francisco Muñoz Soler (Málaga, 1957) escritor andaluz que ejerce de «poeta global» porque lee sus poemas en numerosos países de más de cuatro continentes a los que suele viajar invitado por entidades culturales y por diferentes festivales de poesía. Ha publicado más de una treintena de libros, entre propios o colectivos. El más reciente de ellos titulado Bilingual Anthology, 1978-2023.
Sus obras se han editado en España, Estados Unidos, México, Cuba...
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