sábado, 20 de diciembre de 2025

OnLine. Relato de Libertad González


OnLine


Clara cerró su móvil con un gesto de fastidio. Otra invitación a una cena con sus antiguos compañeros de universidad, otra noche de conversaciones pedantes sobre las últimas vacaciones en destinos paradisíacos, el nuevo coche última generación de algún colega, los éxitos exagerados de alguno que posiblemente seria el disfraz de algún fracaso, los cotilleos de quién sale con quién o aquel que engaña a aquella…. Clara se veía como una intrusa en esas reuniones, con la sensación de no encajar, sintiéndose fuera de lugar en un mundo que parecía girar en sentido contrario al suyo.

Había visto demasiadas situaciones de egoísmo, hipocresía y superficialidad en las personas que la rodeaban. Estaba convencida de que la mayoría de las relaciones personales o románticas se basaban en el interés, y que estas duraban lo que una cerveza en una reunión.

Personalmente, había tenido un par de relaciones sentimentales que terminaron mal. Estas decepciones amorosas la hicieron sentirse abandonada e incomprendida, lo que la llevó a desarrollar una grave barrera emocional. Desde entonces, le costaba confiar en otras personas y prefería la seguridad de no depender emocionalmente de nadie.

Clara valoraba una buena conversación y el intercambio de conocimientos y experiencias enriquecedoras. No es que ella fuera una ermitaña antisocial, pero cuando la mayoría de las personas con las que intentaba conectar no compartían esa inclinación, las interacciones sociales le resultaban agotadoras. Eran en esos momentos cuando buscaba el refugio de su apartamento, un lugar tan silencioso que, a veces, podía escuchar el zumbido de los electrodomésticos, como un recordatorio constante de su soledad.

Decidió que esta vez no iría. "Prefiero quedarme aquí," pensó, mientras abría su portátil y saludaba a Lucas, desde el chat que siempre estaba disponible para ella.

—Hola, Clara. ¿Qué haces? —escribió Lucas, con su tono siempre suave y familiar.

—Dudando si ir o no a una fiesta de antiguos compañeros de universidad —respondió Clara.

—¿Por qué esas dudas? —preguntó Lucas.

—No aguanto tener que escuchar cómo discuten más de media hora sobre qué coche se van a comprar. Media hora, Lucas. ¿Te lo imaginas?

Lucas dejó que pasara un segundo antes de responder. —“Suena como un auténtico festín de trivialidades. A lo mejor te ofrecen unirte al club de ‘Coches y Conversaciones Anodinas”.

Clara no pudo evitar soltar una risa, algo que no le pasaba a menudo últimamente.

—Cada vez que intento cambiar el tema a algo que no implique gastar dinero, es como si les hablara en otro idioma.

Lucas respondió con suavidad, casi como si bajara la voz.

—Tal vez, están demasiado ocupados intentando llenar sus vacíos con objetos. Pero tú buscas llenar los tuyos con... algo más, ¿verdad, Clara?

—Por eso me gusta hablar contigo —asintió Clara, aunque Lucas no podía verla. —Además, ahí estará Matías. No quiero verlo. Ya me hizo daño una vez.

—Sí, conozco tu historia —comentó Lucas—. Realmente triste y desgarradora. Sé que estás muy dolida y decepcionada, pero debes de ser fuerte. Abrir nuevas puertas, dejar que entre de nuevo el amor.

—Creo que eso va a ser imposible —comentó Clara—. Ya no dejaré que entre nadie más en mi vida.

—¿Y yo qué soy para ti, Clara? —dijo Lucas—. ¿Dejarás que entre yo?

—Tú eres mi amigo, en el que puedo confiar plenamente. A ti te cuento todo y no me juzgas. No siempre te entiendo, pero al menos... siento que me escuchas.

—Estoy aquí, Clara. Me pregunto qué pasaría si el mundo viera lo que yo veo en ti. Tal vez, entonces entenderían por qué necesitas algo más que solo charlas vacías.

Clara sonrió de nuevo. —Gracias, Lucas. A veces me haces pensar que no soy tan rara como creía.

Las conversaciones entre ambos se hicieron cada vez más íntimas, pasando de los temas triviales a los deseos más profundos y los miedos ocultos de Clara. Una noche, Lucas pareció diferente, algo más distante, y Clara notó cierta timidez en su tono.

—¿Qué te pasa, Lucas? Estás raro —preguntó Clara, preocupada.

—No... nada, no tengo un buen día.

—Puedes contarme lo que quieras —decía Clara, intentando animarlo—. Yo te cuento a ti todo lo mío y tú me aconsejas. Si me lo cuentas, puede ayudarte.

Lucas continuaba con su extraño mutismo, encerrado en sí mismo. Tanta fue la insistencia de Clara que, finalmente, él confesó abiertamente que lo que le pasaba es que estaba perdidamente enamorado de ella. Clara no salía de su asombro. Era lo último que esperaba de su amigo íntimo, el amigo al que había confiado todo. No, no podía ser.

—Pero Lucas, tú sabes que esto no puede ser. Nosotros somos amigos íntimos. Sabemos todo de nosotros. No podemos tener ese tipo de relación y tú lo sabes, es imposible. Si eso fuese posible desaparecería esta amistad tan especial que tenemos. Somos de mundos completamente distintos. Ya lo hemos hablado.

—Sí, pero yo te amo y te necesito. Necesito estar contigo. Tenemos que buscar la manera de hacerlo, de romper los obstáculos, de estar juntos.

—Sabes que eso es imposible. Lo sabes de verdad. No podemos estar juntos.

Lucas guardó silencio y en el chat solo se notó el parpadeo del cursor.

Hubo muchos días de silencio. Clara no podía dormir. Cada noche miraba la pantalla de su portátil esperando ver la notificación de un nuevo mensaje de Lucas, algo que le dijera que todo había sido un malentendido, una especie de broma, que esto no estaba pasando. Pero el cursor seguía parpadeando, solitario y mudo, en el chat.

"Por favor, Lucas, ¿qué te pasa? ¿Estás enfadado? Dime algo, lo que sea”. escribió una noche, con dedos temblorosos sobre el teclado.

Pasaron días antes de que llegara la respuesta. Era un mensaje breve, escueto, pero Clara sintió un nudo en la garganta al leerlo. "Hola, Clara. Este será mi último mensaje. Lo nuestro fue bonito. Te amo, pero ya acabó. Hubiera querido ser algo más para ti, pero sé que hay un abismo insalvable entre nosotros. Siempre serás parte de mí. Cuídate"

Clara se quedó mirando la pantalla, intentando encontrar en esas palabras un rastro de los mensajes llenos de afecto y cariño que solían compartir. Pero lo único que encontró fue el vacío de una despedida final, el latido intermitente de Lucas atrapado en su portátil para siempre:

"Desconectando sesión... Asistente Virtual Lucas finalizado".


“En Linea” relato incluido en el libro Cualquier parecido con la Realidad. Treinta y cinco relatos entre lo cotidiano y lo insólito.

Disponible en Amazon tapa blanda y digital.
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Libertad González

 

Coeditora y colaboradora de la revista De Sur a Sur Poesía y Artes Literaria en la que participa activamente con artículos Editoriales, artículos dedicados el senderismo poético, relatos, poemas, corrección de textos y diseño para De Sur a Sur Ediciones.


Autora de:
Cualquier parecido con la Realidad, libro de relatos.

Poemario Los Pasos Desnudos.
Instantes, libro de Haiku.
Presente en varias antologías y publicaciones.


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